En ocasiones la vida nos pone a prueba, algunas veces esas pruebas son ligeras y fáciles de superar, en otras son más complicadas, tanto, que pueden hacer que se estremezcan los pilares que sustentan nuestra existencia.

Esta existencia, es producto en la mayor parte de las ocasiones, de roles que hemos asimilado durante años y que no son otra cosa, que el resultado de aquello que la sociedad espera de nosotros como parte de la misma, es decir, de todos los pasos que hemos de dar para formar parte del mundo que se considera normal.

Por todo ello, cuando a nuestra vida llega una de estas duras pruebas todo se tambalea: nuestro modo de vida; nuestro pensamiento; los patrones adquiridos a lo largo de los años, junto a otras convicciones que nos caracterizaban hasta ese momento.

Hemos estado tanto tiempo viviendo la vida que de nosotros se espera, que hemos olvidado la vida que deseamos y merecemos e irónicamente, es cuando recibimos el golpe cuando nos lamentamos por no haber hecho nada por vivir como realmente queremos, habiendo preferido permanecer en nuestra zona de confort…

Las dificultades que nos llegan pueden tener diversos orígenes: un accidente, una enfermedad o cualquier otro motivo y afectarnos directamente a nosotros mismos, a algún familiar, amigo o conocido.

Cuando recibimos el primer envite nos sentimos desorientados, perdidos y con miedo, con mucho miedo, es algo lógico, nadie está preparado para determinadas situaciones, sobre todo si hemos estado la mayor parte de nuestra vida protegidos, o más bien aislados en la zona de confort del mundo que hasta ese determinado momento considerábamos perfecto, pero que no lo era en absoluto.

Tras pasar por varias fases con sus correspondientes emociones, llegamos a la asimilación de lo que nos sucede y afecta, dificultando nuestro día a día.

Es en ese momento cuando se produce el punto de inflexión en que cada persona asume los giros que considera que debe dar y que marcarán su vida.

Hay quien decide no hacer nada y entra en una espiral de sumisión, con lo cual no solo no soluciona o mejora su situación, si no que además la agrava.

Otros deciden seguir con su vida, aceptan los cambios que han llegado a su realidad, tratando de vivir lo mejor posible según las circunstancias de cada uno.

Encontramos también a aquellos que no solo la aceptan, si no que además enfrentan la parte negativa de su nueva realidad, buscando alternativas que solucionen o reduzcan el problema que se ha asentado en su vida.

Esta lucha no solo les beneficia a ellos, también beneficia a personas con problemas de diversa índole que encuentran motivación en la lucha que han iniciado otras personas.

En no pocas ocasiones las situaciones provocadas por estos cambios son simplemente dramáticas, pero también son un filtro para saber como somos y como son aquellas personas que nos rodean y que, de una u otra forma están en nuestra vida.

Aprendemos en quienes podemos confiar y realmente nos quieren y aprecian, y al mismo tiempo quienes son un lastre, que restan más que suman y que nos dan la espalda ante el giro dado en nuestras vidas.

Debemos agradecer a estos momentos que nos muestren quien es quien. Sin olvidar agradecer a toda esta gente por sus enseñanzas.

A los que suman por su apoyo y por orientarnos en el camino que debemos seguir, y a los que restan, por apartarse de nuestras vidas, por dejar de limitarnos, por dejar de ser una molestia y mostrarnos en lo que no debemos convertirnos.

Hemos venido a este mundo para aprender, vivir y ser felices. No siempre lo logramos, en parte a causa de nuestros miedos y prejuicios.

Las dificultades nos muestran el tiempo desperdiciado dando importancia a aquello que no lo tiene, así como la lucha por lograr objetivos con los que acumular riqueza y propiedades, pero que no nos llenan como personas.

Nos hemos centrado tanto en los grandes logros, que se nos olvida que estos los forman multitud de otros más pequeños y que juntos, forman un todo que no podemos ver, al estar cegados por limitaciones que hemos adquirido y aceptado.

Cuando llegan los obstáculos y los problemas nos sentimos paralizados a causa de la incertidumbre de nuestra nueva realidad.

Pero podemos utilizar estas circunstancias y utilizarlas como el motor que nos impulsa para hacer algo.

Miles de personas forman parte de asociaciones y organizaciones desde donde trabajan para mejorar la calidad de vida de todo aquel que lo necesite.

Una labor ardua y a menudo no reconocida como realmente merece. Somos tan ignorantes que no movemos ficha hasta que la vida nos golpea.

Es entonces, cuando por fortuna, encontramos a todas esas personas que dispuestas a ayudar, nos alumbran en la oscuridad y nos ofrecen una luz de esperanza, que recibimos como un regalo del universo.

Carlos Gumbau

Alumno de: Vive tu Propósito

Página de Facebook: Meraki.

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